martes, 3 de febrero de 2015

ALFARO / CULTURA Y FESTEJOS

El Ayuntamiento de Alfaro restaura los Gigantes de Fiestas

El artesano pamplonés Aitor Calleja devuelve la estabilidad e imagen a los gigantes de Alfaro

 

 

El baile de Alfonso VII y Berenguela en los días festivos alfareños será a partir de ahora más regio, más altivo, más seguro. Después de lamentar varias caídas, y con el encargo del Ayuntamiento, el artesano pamplonés Aitor Calleja ha restaurado dos de los tres gigantes de Alfaro, un trabajo de dos meses cuyo resultado pueden admirar los vecinos en la sala museística Graccurris o esperar a que bailen en días de fiestas.
Dado su exigente peso de 55 kilogramos en mimbre, y a petición de quienes los sacaban, el Ayuntamiento reformó las figuras de los tres gigantes en 1982. Una fábrica zaragozana que trabajaba en serie sustituyó sus cuerpos por otros más ligeros y delgados con caballetes de aluminio y cuerpos de poliéster. La consecuencia fue que todo el peso del gigante quedó en la cabeza, desequilibrando a quien los bailaba y contando varias caídas. «Los hacían muy inestables e incómodos. Dado el alto valor de las cabezas, que son de la misma fábrica aragonesa que a finales del XIX hizo los de Zaragoza o Estella, era importante darles estabilidad y que queden más proporcionados», explica Calleja.
Así, manteniendo su 3,70 y 3,60 metros de altura respectivamente, rey y reina han ganado corpulencia de hombros y peso, volviendo a 52 y 47 kilos con una estructura tradicional de cartón piedra y madera.
Apoyados en fotografías de los años 70, la restauración les ha devuelto también las vestiduras y colores originales gracias a Carmen Izco, con sargas y terciopelo, ya que se habían ido perdido con los años a pesar del buen trabajo e intención de las asociaciones de mujeres durante este tiempo.
Únicos junto a los de Estella de un molde valioso del que también salieron gigantes para Corella o Calahorra, el Ayuntamiento de Alfaro los compró e incorporó a principios de los 50. Después de los de Cervera del Río Alhama, los alfareños son los más antiguos de La Rioja. Él representa a Alfonso VII (1105-1157) que concedió privilegios a la ciudad, la reedificó y repobló tras el dominio musulmán; ella es Berenguela, su esposa, que ejerció una importante labor de mecenazgo artístico.

E.P. larioja.com

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